jueves, 16 de abril de 2015

15 años esperando

Preparados, listos…

Héctor Muñoz. Málaga

La remodelación arquitectónica del servicio de urgencias del hospital Carlos Haya de Málaga ha comenzado en fechas recientes, tras quince años desde que se anunció.

La obra, la deseada, ha comenzado. Queda un largo camino. De momento no se la oye. Han empezado por el sótano del hospital, donde han ubicado, por ahora, el área de descanso del personal médico de guardia.
Allí han hecho unas habitaciones nuevas que huelen a recién pintadas y dos aseos para doce o trece personas. Al menos en uno de ellos, el de caballeros, el váter es muy bajito y lleva unas barras laterales a modo de asidero: tiene todo el aspecto de un inodoro ―eufemismo que se refiere a todo lo contrario― adaptado para personas discapacitadas. Dado que entre el personal que usará esas novedosas instalaciones no parece haber nadie que tenga tal consideración, cabe pensar que el ideólogo de dicha decisión baraje tal posibilidad futura. Lo cual no es alentador pero hay que reconocer la capacidad de previsión. En cualquier caso, para los bajitos y los medio baldados de la espalda ha sido una gran idea. Que por una vez se jodan los altos y los atletas.

A las tres de la madrugada, la zona se ve un tanto desangelada, silenciosa y vacía. Invita a no dejar de mirar por el reojo cuando se atraviesa, porque recuerda un poco a esas malas películas de terror en las que de detrás de cualquier esquina sale un psicópata con la sierra mecánica, empecinado en hacer un estropicio. A los más románticos se les antoja la visión de la Santa Compaña en lúgubre procesión. Y los más mundanos solo se preocupan de no ser atracados o robados por algún intruso, de esos que suelen dedicarse a tales menesteres y que abundan por doquier.

Alguna habitación no tiene ventana; esta debe ser la razón por la que sobre el dintel de la puerta han puesto un luminoso verde que reza: “SALIDA”. Algunos colchones parecen nuevos, otros son los de antes: se ve que el presupuesto va justillo. Al parecer, en las pocas noches que se llevan usando estas dependencias, algunas personas han sido atacadas por algún tipo de insecto que les ha provocado ronchas y picazón. Hablan de chinches, bien autóctonas del sótano, bien importadas de los colchones antiguos. No se sabe a ciencia cierta. La cuestión es que esta mañana han fumigado aquello, según se ha podido saber por algún testigo.


La obra ha empezado, querido diario.

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