15 años esperando
Preparados, listos…
Héctor Muñoz. Málaga
La remodelación arquitectónica del servicio de urgencias
del hospital Carlos Haya de Málaga ha comenzado en fechas recientes, tras
quince años desde que se anunció.
La obra, la deseada, ha comenzado.
Queda un largo camino. De momento no se la oye. Han empezado por el sótano del
hospital, donde han ubicado, por ahora, el área de descanso del personal médico
de guardia.
Allí han hecho unas habitaciones
nuevas que huelen a recién pintadas y dos aseos para doce o trece personas. Al
menos en uno de ellos, el de caballeros, el váter es muy bajito y lleva
unas barras laterales a modo de asidero: tiene todo el aspecto de un inodoro ―eufemismo
que se refiere a todo lo contrario― adaptado para personas discapacitadas. Dado
que entre el personal que usará esas novedosas instalaciones no parece haber
nadie que tenga tal consideración, cabe pensar que el ideólogo de dicha
decisión baraje tal posibilidad futura. Lo cual no es alentador pero hay que
reconocer la capacidad de previsión. En cualquier caso, para los bajitos y los
medio baldados de la espalda ha sido una gran idea. Que por una vez se jodan
los altos y los atletas.
A las tres de la madrugada, la
zona se ve un tanto desangelada, silenciosa y vacía. Invita a no dejar de mirar
por el reojo cuando se atraviesa, porque recuerda un poco a esas malas
películas de terror en las que de detrás de cualquier esquina sale un psicópata
con la sierra mecánica, empecinado en hacer un estropicio. A los más románticos
se les antoja la visión de la Santa Compaña
en lúgubre procesión. Y los más mundanos solo se preocupan de no ser atracados
o robados por algún intruso, de esos que suelen dedicarse a tales menesteres y
que abundan por doquier.
Alguna habitación no tiene
ventana; esta debe ser la razón por la que sobre el dintel de la puerta han
puesto un luminoso verde que reza: “SALIDA”. Algunos colchones parecen nuevos,
otros son los de antes: se ve que el presupuesto va justillo. Al parecer, en
las pocas noches que se llevan usando estas dependencias, algunas personas han
sido atacadas por algún tipo de insecto que les ha provocado ronchas y picazón.
Hablan de chinches, bien autóctonas del sótano, bien importadas de los
colchones antiguos. No se sabe a ciencia cierta. La cuestión es que esta mañana
han fumigado aquello, según se ha podido saber por algún testigo.
La obra ha empezado, querido
diario.